Marcelo Arce Garín emprende en este poemario, un decidido trayecto que descubre o rememora episodios de violencia, aguante, amor, dulzura o resistencia. Un viaje de palabras que laten en giros coloquiales, en cada nombre que debe recordarse o en la imagen de uno, dos, tres, diez o cientos de cuerpos abaleados, quemados, maniatados o desaparecidos. Pero también en cada voz erizada y en los destellos que, como el autito rojo de la infancia, siguen ardiendo en las fronteras. Luis Fernando Chueca