“En Pantano hay un ánimo de reivindicar la improvisación en el vivir. Es una escritura que se abre a lo inmediato, donde la autora presenta sus gestos más íntimos, en constante movimiento. Aquí todo acto encuentra respuesta: el exterior afecta al interior, como si una persona fuera una cáscara permeable. En ese sentido, este libro también refleja un ejercicio de autoconocimiento. Parece indicarnos que no estamos separados de nada. Y transmite una especie de desgaste del cuerpo en lo cotidiano: pequeñas enfermedades, pequeños vicios, comidas al paso, astillas en los dedos, humedad. Lo que está alrededor entra en juego, desde la ropa, los muebles, los árboles, hasta aquella casa lejana, vista hace minutos. En comunión con estas formas, asoma otra idea: un estado de hermandad, de afectos y supervivencia conjunta” Ignacio Mardones Nally